Cuando tenía 09 años de edad mi
papá decidió llevarme a sus viajes de negocios a la ciudad de Iquitos, el
llevaba frutas como naranjas traídas de Juanjui, limón y mangos de algunas
partes de la ciudad de Tarapoto. Una de
las cosas que me encantaba era ir con él
a las chacras para realizar la cosecha de las frutas que eran colectadas en
grandes mantos para luego ser llevados primero a la ciudad de Yurimaguas, en
ese entonces el viaje duraba entre 9 a 12 horas, de esto muchas veces dependía
de la suerte en relación al clima, ya que la carretera en aquellos tiempos era
sólo afirmada y las lluvias siempre jugaban una mala pasada a los
transportistas y viajeros, entre ellos nosotros porque llevábamos todo el
cargamento de frutas en camionetas o cisternas.
Al llegar al puerto de
Yurimaguas, todo cambiaba aquel lugar se convertía en un mundo de negocios que
a mí particularmente me fascinaba, ahora recuerdo que mi Papá me decía “hijo
con el tiempo este será el camino del mundo de los negocios, porque este río
nos lleva a la frontera de Brasil y
Colombia”. En mi transitar por el puerto de Yurimaguas veía como
llegaban embarcaciones entre botes y lanchas que venían cargadas con grandes depósitos
llenos de pescados, yo estaba asombrado por la cantidad y la gran variedad de
peces que venían de los ríos amazónicos. La travesía por estos ríos era
espectacular porque durante el trayecto podía observar bufeos y las
maravillosas de la selva, al encallar en el puerto de Iquitos, siempre me
asombraba ante el espectáculo de ver peces que median entre 3 a 5 metros y más,
estos eran transportados para su venta;
mi papá que era muy astuto y hábil en los negocios compraba varios sacos de
pescado para luego revenderlos en la ciudad de Tarapoto.
Toda esta experiencia previa me
llevó a que a los 12 años de edad me
vaya a apoyar a mi tía que tenía y aún conserva un puesto de venta de pescado
seco en el mercado número 02 e mi ciudad,
de esta experiencia aparte de ser muy gratificante porque me permitió aprender
más del mundo de los negocios, también aprendí
a identificar una gran gama de peces que son productos de nuestros ríos
amazónicos, también pude reconocer peces que son abundantes de espina y otros que
casi no los tienen.
Por esta razón hoy me atrevo a
mencionar las grandes bondades que tienen nuestros ríos amazónicos, con la
única intención de seguir alentando la actividad piscícola en nuestra región,
así como también el cuidado de nuestros recursos y sobretodo los ríos con la
finalidad de mantener estos maravillosos peces y sigan formando parte de
nuestra despensa.
Entre la diversidad de nuestros peces
podemos mencionar a los siguiente: Boquichico, acarahuazú, tucunaré, yulilla,
bagre, carachama, paltina, palometa, gamitana, paco, bujurqui, fasaco, sábalo,
zungaro, maparate, paiche, anashuhua, shitari, arahuana, piraña, paña, toa,
liza, ractacara, atinga zungaro, doncella, etc.
Estoy seguro que la lista de
peses es muchos más larga, no sé si existen libros o estudios que nos hablen de
estos hermosos peces de nuestra selva y por qué no también pensar en un lindo y
amplio acuario en el que se muestre la variedad de nuestros peces amazónicos,
en el que se expliquen todo el proceso de crecimiento y de vida de los peces,
esto puede servir como un instrumento educativo para nuestros niños y futuras
generaciones.
Hace falta ya que los
investigadores tanto nacionales como extranjeros, hagan un sin número de
programas del ciclo de vida de los peces amazónicos.
Quién sabe las maravillas y
secretos que nos tienen estos guardianes de nuestras aguas dulces y que han
servido de sustento para varias generaciones y seguro lo seguirán haciendo.
San Martín tiene muchos
emprendimientos en la actividad piscícola, pero hace falta generar y emprender muchas
más investigaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario